La inteligencia artificial generativa vive un momento de auge, pero también de creciente escrutinio legal. Lo que empezó como una revolución tecnológica destinada a cambiar industrias enteras se ha convertido, en paralelo, en un campo de batalla entre tecnológicas y creadores. El motivo: el uso de material protegido por derechos de autor para entrenar modelos que hoy producen textos, imágenes, música y vídeos capaces de rivalizar con el trabajo humano.
El último golpe lo ha recibido Anthropic, la startup creadora de Claude, que ha acordado pagar 1.500 millones de dólares para cerrar una demanda que la acusaba de entrenar su IA con millones de libros pirateados. El caso, protagonizado por escritores como Andrea Bartz, Charles Graeber y Kirk Wallace, no es un hecho aislado: se suma a un conjunto cada vez más amplio de litigios contra empresas como OpenAI, Stability AI o Midjourney, que están redefiniendo los límites legales de la innovación.
El caso Anthropic: un acuerdo millonario y un precedente inquietante
La denuncia contra Anthropic sostenía que la compañía había descargado más de 7 millones de libros sin licencia, creando una gigantesca biblioteca digital para alimentar su modelo Claude. Los demandantes señalaron que entre esas obras se encontraban tanto best sellers como libros académicos, todos protegidos por copyright.
El acuerdo cerrado en septiembre de 2025 obliga a Anthropic a:
- Pagar 1.500 millones de dólares como compensación.
- Abonar 3.000 dólares adicionales por cada 500.000 libros descargados.
- Eliminar todas las copias de las obras afectadas.
Lejos de ser un cierre definitivo, este pacto podría abrir la puerta a nuevas demandas de otros autores y editoriales. Además, marca un precedente: los tribunales ya no solo analizan si las tecnológicas deben pagar, sino cuánto deben pagar por utilizar material sin permiso.
OpenAI y la presión sobre ChatGPT
Anthropic no es la única. OpenAI, la compañía detrás de ChatGPT, se encuentra en el centro de varias demandas en Estados Unidos. Entre las más destacadas:
- El New York Times demandó a OpenAI y a Microsoft en 2023, acusándolas de utilizar millones de artículos periodísticos sin licencia para entrenar modelos como GPT-4. El medio alegaba que ChatGPT incluso podía generar textos casi idénticos a los publicados en su web, lo que equivalía a una competencia desleal.
- Escritores de renombre como John Grisham, Jonathan Franzen y George R.R. Martin también se unieron a demandas colectivas, asegurando que sus libros fueron utilizados para entrenar los modelos sin autorización ni compensación.
Aunque OpenAI ha intentado llegar a acuerdos privados con algunas editoriales, el frente legal sigue abierto y plantea una pregunta crucial: ¿deben las IAs pagar licencias de uso a los creadores de contenido?
Stability AI y el arte generado por difusión estable
En el terreno de la imagen, Stability AI, creadora de Stable Diffusion, ha sido uno de los blancos principales.
- En 2023, artistas como Sarah Andersen demandaron a Stability AI, Midjourney y DeviantArt en un tribunal de California, alegando que sus obras habían sido utilizadas sin permiso para entrenar modelos de generación de imágenes.
- El argumento de los artistas es que las imágenes generadas reproducen estilos reconocibles y, en algunos casos, partes sustanciales de sus obras originales.
Stability AI ha defendido que su modelo se entrena sobre bases de datos públicas como LAION-5B, que recopila imágenes disponibles en internet. Sin embargo, los demandantes sostienen que “disponible públicamente” no significa “libre de derechos de autor”.
Midjourney: creatividad y controversia
Midjourney, una de las herramientas de generación de imágenes más populares, también ha sido arrastrada a los tribunales. Demandas recientes han señalado que la empresa entrenó sus modelos con material gráfico de artistas profesionales y compañías de entretenimiento sin obtener licencias.
Incluso gigantes como Warner Bros. Discovery han demandado a generadores de imágenes, temiendo que se utilicen sus catálogos de películas y personajes para entrenar modelos que luego compitan con ellos en el mercado del entretenimiento digital.
La cuestión de fondo es la misma: ¿es legal entrenar un modelo con millones de imágenes protegidas, aunque no se reproduzcan literalmente, sino que se usen para “aprender estilos”?
El dilema legal: ¿uso justo o infracción masiva?
Los tribunales están divididos. Algunas defensas se basan en la doctrina del fair use (uso justo) en EE.UU., que permite utilizar obras con copyright para ciertos fines transformativos, como la parodia o la investigación. Las tecnológicas argumentan que entrenar un modelo de IA es un proceso de análisis estadístico y que los resultados no reproducen literalmente las obras originales.
Los demandantes, en cambio, sostienen que:
- Las IAs pueden generar fragmentos casi idénticos a los textos, imágenes o melodías con los que fueron entrenadas.
- El entrenamiento masivo sin licencias constituye una infracción sistemática de derechos de autor.
- Este uso afecta directamente a los ingresos de los creadores, al permitir a cualquiera generar contenidos similares sin pagar por ellos.
Europa y Estados Unidos: caminos legales distintos
La batalla legal también refleja diferencias regulatorias entre regiones:
- En EE.UU., el debate gira en torno al fair use. El desenlace de casos como el del New York Times contra OpenAI marcará la jurisprudencia en un país donde los jueces tienen un margen amplio de interpretación.
- En Europa, la directiva de derechos de autor de 2019 ya establece restricciones más claras al uso de obras para entrenamiento de algoritmos, salvo que se trate de investigación científica. En teoría, las tecnológicas deberían obtener licencias explícitas en la UE, lo que complica sus modelos de negocio.
El caso de Google y la reciente multa de la Comisión Europea por prácticas anticompetitivas en el sector publicitario refuerzan la idea de que Bruselas será más estricta que Washington en controlar a las grandes tecnológicas.
Impacto en los creadores: ¿un nuevo equilibrio?
Para escritores, músicos, artistas y periodistas, estas demandas son más que una batalla legal: representan la posibilidad de recuperar valor en la era de la IA. Si los tribunales obligan a pagar licencias, podría surgir un nuevo mercado en el que los creadores negocien con las tecnológicas el uso de sus catálogos.
Sin embargo, algunos temen que solo los grandes grupos (editoriales, discográficas, estudios de cine) logren acuerdos lucrativos, mientras que los autores individuales continúen marginados.
¿Y el futuro de la IA generativa?
El futuro se juega en dos frentes:
- Legal: los tribunales deberán decidir si entrenar modelos con obras protegidas es legal sin licencia. Los fallos que se dicten en EE.UU. y Europa podrían obligar a las empresas a cambiar radicalmente su forma de trabajar.
- Económico: si las tecnológicas deben pagar licencias masivas, el coste del desarrollo de modelos de IA podría dispararse, reduciendo el ritmo de innovación y encareciendo el acceso a estas herramientas.
Algunos expertos señalan que el escenario más probable es un sistema híbrido, en el que parte del material de entrenamiento sea de dominio público o bajo licencias abiertas, y otra parte se adquiera mediante acuerdos comerciales.
Preguntas frecuentes
1. ¿Por qué Anthropic pagó 1.500 millones de dólares?
Para cerrar una demanda que la acusaba de entrenar su modelo Claude con millones de libros pirateados, descargados sin licencia.
2. ¿Qué otras empresas enfrentan demandas similares?
OpenAI (ChatGPT), Stability AI (Stable Diffusion) y Midjourney son las más señaladas, junto con casos en el sector musical y cinematográfico.
3. ¿Es legal usar material con copyright para entrenar una IA?
Depende del país. En EE.UU. se debate bajo la doctrina del “fair use”, mientras que en Europa la legislación es más restrictiva y exige licencias explícitas.
4. ¿Qué impacto tendrá en los creadores?
Podría abrir la puerta a un mercado de licencias en el que artistas y escritores reciban compensación por el uso de sus obras. Sin embargo, no está claro si beneficiará a todos por igual o solo a los grandes grupos editoriales y de entretenimiento.



